En las elecciones pasadas hubo candidatos que antes que el presidente le eligieran, casi días antes, cabildeaban apoyos pues ellos tenían y tienen, sus propios guiones y les pesaba levantar la mano o al menos sonreír.
Luis Abinader entonces gobierna con la sombra de algunos de sus compañeros que comenzaron la campaña al 24 desde antes de su asunción en el 20 y se sabe, hacen y harán todo para que el fracase.
Con Manuel Jimenez la actitud ha sido la misma. Algunos de sus desplazados competidores apuran el paso para, con las dádivas gubernamentales o con los cargos asumidos, hacer política dirigida no a crecer internamente sino a destronar, mientras preparan cocteles por debajo de la mesa para que la actual administración fracase. Unos, dan señales inequívocas de aspiraciones y otros, en actitudes incluso, infantiles, se lanzan a las redes para desnudar su adversión temprano.
No es porque el señor Jimenez sea un importado al partido pues no habia forma de detenerlo y ya dentro, este compitió con otro importado además, demoestrando que el partido «histórico» carecia de liderazgos suficientes para afrontar candidaturas y ganar, frente a un PLD meticulosamente organizado y disciplinado aun, en épocas de desgaste como fue finales del 2019-2020, sino porque el accionar político basado en el grupismo les impide pensar como un conglomerado politicamente orientado a la toma del poder.
El fracaso de las comisiones de Empleos no está dado por el numero de estos dados, sino por los componentes que priorizaron los de sus allegados incluso, no perremeistas, antes que los aspirantes a cargos del partido, pudo más y puede, la relación interpersonal o de grupo político que los méritos acumulados y, peor, el futuro del partido.
En las instituciones pasa lo mismo, aun cuando es necesario aclarar que no en todas, pero la insuficiencia de empleos reemplazables sumada al grupismo ha tornado tortuosa la colocación de los «compañeritos» de las bases que no han visto cubiertas sus expectativas ante tamaño desorden y amiguismos en las asignaciones.
Para muchos mal llamados dirigentes les queda grande las siglas PRM, no piensan «partido» sino en sus apetencias personales y la de los suyos, por lo cual se entiende como llegaron al poder impulsados por una ola transformadora y no antes pero… que si se descuidan, los mismos que les subieron, les bajan.
El PRM es un partido pequeño y su capacidad de actuación en conjunto es muy limitada. Para retener el poder más allá que ejercerlo no solo hace falta voluntad de algunos, que hoy, la poseen solo algunos, sino la coherencia y la necesidad de actuar como un todo… aunque parezca una utopía.
El actual senador de la provincia que tan buenas actuaciones en lo moral y ética ha dado, junto a otros importados y la visión de Luis Abinader, no cuenta con el apoyo militante y peor, no contó con él en las pasadas elecciones pues, al menos en Santo Domingo Este, fueron contados con las manos quienes indicaron a sus bases votar por él mientras que hoy, de forma descarnada, se preparan, desde el estado, proyectos para su reemplazo no importa las consecuencias que para la ejecutoria estas tengan.
El actual alcalde de Santo Domingo Este es víctima del mismo proceso que va, desde regidores y diputados que abiertamente adversa al alcalde de su propio partido, quienes tratan de implosionar la gestión instruyendo desorden y obstruyendo procesos de el ayuntamiento, hasta quienes se sienten abandonados a su suerte porque la institución no les pudo emplear a sabiendas, incluso, que fueron sus jefes políticos los que no gestionaron sus empleos.
Algunos en el PRM cometen los mismos errores que cometían antes siendo PRD y que le impidió, salvo algunos casos especiales, llegar al poder, dinamitando la propia ejecutoria por apetencias personales y si no, que entre el mar.
El casi imbatible PLD en las malas manos de Danilo Medina, que con su mezquindad sin fronteras y su no amor al partido logró sacarlo del poder arrastrando así a una masa militante, víctima de su propio ego y ambiciones, ahora amenazan incluso, con desaparecer pues deben retornar a la cultura del Objetivo y no a la Grupal, debería ser objeto de estudio pero para ello, también se necesita voluntad de estudiar y la suficiente humildad para priorizar lo primero: el PRM.
Si Luis lo hace mal, pierde el PRM, si Antonio lo hace mal pierde el PRM, si algunos de los regidores y diputados lo hace mal, pierde el PRM, si Manuel Jimenez lo hace mal pierde el PRM, solo los adictos al grupismo que desemboca en una actitud mezquina y no propia de militantes no lo entienden, en un desconocimiento asombroso de las claves ABC de la toma del poder: Tiempo y trabajo, no entienden el proceso.
Los desesperados terminan siempre disparándose en el pie con la misma velocidad que su ego se enquista en sus orejas como tapón para no escuchar las voces y señales que le dicen: estas equivocado.
El disparo sicratiza pero luego de este, el PRM cojea y así, es difícil que sea la herramienta que se seleccione en un lejano 2024 para continuar lo que se está haciendo hoy, desde el poder.